De repente me han entrado
unas ganas locas de bailar. Me voy a poner a todo trapo a Johann Strauss hijo. Dejaré aquí algunas notas rápidas,
algo así como las instantáneas de los giros, cabriolas y piruetas que me
inspira el vals de los morgenblätter.
No descarto desacompasados trancos –al fin y al cabo no soy una sissi–, ni violentos sobresaltos –los matutinos tampoco son precisamente
un dechado de filarmonía vienesa. Muchas veces bailaré a destiempo, de forma intempestiva, porque me parezco un poco a la vieja aquella que
retrató Larra:
«Y es el caso que vivía y leía (al uso del país) tan
despacio y con tal sorna, que habiéndose ido atrasando en la lectura, se
hallaba el año 29, que fue cuando yo la conocí, en las Gacetas del año
23, y nada más; hube de ir un día a visitarla, y preguntándola qué nuevas
tenía, al entrar en su cuarto, no pudo dejarme concluir; antes arrojándose en
mis brazos con el mayor alborozo y soltando la Gaceta que en la mano a
la sazón tenía:
–¡Ay, señor
de mi alma! –me gritaba con voz mal articulada y ahogada en lágrimas y
sollozos, hijos de su contento–, ¡ay, señor de mi alma! ¡Bendito sea Dios, que
ya vienen los franceses, y que dentro de poco nos han de quitar esa pícara
Constitución, que no es más que un desorden y una anarquía!».
En Kaffekantate seguiré leyendo los papeles del año 23 y maldiciendo la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis; aquí me daré a las gacetas del día. Y quien dice del día dice de la semana o del mes, porque la periodicomanía de Lieschen consiste en tener siempre a mano una pila de periódicos atrasados por leer.
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